viernes, 25 de marzo de 2011

PASCAL

INTRODUCCION
Deducimos que Blaise Pascal fue un genio precoz cuando reflexionamos que a los 19 años —para ser exactos, en 1642— construyó la Pascalina.

La Pascalina fue la primera máquina sumadora mecánica del mundo (o por lo menos, del mundo documentado) que se conoce, y Pascal la fabricó con la intención de ayudar a su padre, quien era un alto funcionario de las finanzas francesas, en los avatares matemáticos de su profesión.

Esta genial maquinucha, que de tan sólo pensar en su concepción se siente uno hondamente impresionado, estaba basada, sin embargo, en un antiguo diseño inventado por los griegos para calcular las distancias que recorrían los carruajes. Como se vé, todo es sistémico.

Pero lo que nos debe causar más asombro todavía es que el principio básico de esta máquina calculadora, conocida como la Pascalina, se use todavía como fundamento en nuestros días en algunos pluviómetros y cuentakilómetros.

El mecanismo era operado por una serie de discos asociados a ruedas que llevaban marcados los números, del cero al nueve, en sus circunferencias.
Cuando una rueda daba una vuelta completa, avanzaaba la otra rueda situada a su izquierda. Naturalmente, había unos indicadores sobre los anteriores discos, que eran los encargados de dar la respuesta buscada.

En conjunto, el engranaje proporcionaba un mecanismo de respuesta idéntico al resultado que se puede obtener empleando la aritmética.

No obstante, la Pascalina tenía varios inconvenientes, siendo el principal de ellos el hecho de que sólo Pascal y nadie más, era capaz de arreglarla si se presentaba algún fallo.

Pero hay algo que quiero destacar, por cuanto significa que desde siempre ha habido corrientes contrarias que impiden el avance de la creatividad humana: me refiero por supuesto a la tecnofobia de los que deciden, a la tecnofobia de los más letrados.

Porque la Pascalina, así como fue la primera máquina de sumar que se conoce, fue también el primer antecedente de tecnofobia, puesto que los matemáticos de la época se opusieron terminantemente a ella ante la eventualidad de que sus trabajos —que desde luego se hacían manualmente— empezaran a no ser necesarios.

Se construyeron en el mundo 50 Pascalinas como copia del modelo original (el antecedente representativo del modelo de producción en serie del futuro) algunas de las cuales pueden admirarse en la actualidad en el Museo de Ranquet, en Clermond Ferrand, Francia.

¿Cuál fue la repercusión de esta genialidad de Pascal?

Es simple: Sin este gran paso primario, la era de las computadoras todavía estaría en la fila de espera de la historia.

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